Lorem ipsum a généré 50 paragraphes pour vous.
Vous pouvez utiliser ce texte lorem ipsum dans vos maquettes, sites web, design, ebook... Le texte généré aléatoirement est libre de droit.
Le faux texte a bien été copié
Total que cuando Juan se hizo bachiller en Artes, Barbarita declaraba riendo que con estos teje-manejes se había vuelto, sin saberlo, una doña Beatriz Galindo para latines y una catedrática universal.En este interesante periodo de la crianza del heredero, desde el 45 para acá, sufrió la casa de Santa Cruz la transformación impuesta por los tiempos, y que fue puramente externa, continuando inalterada en lo esencial.
trataba a su hijo con mimo.Su ternura sabía ser inteligente y revestirse a veces de severidad dulce. Y por qué le llamaba todo el mundo y le llama todavía casi unánimemente Juanito Santa Cruz Esto sí que no lo sé.Hay en Madrid muchos casos de esta aplicación del diminutivo o de la fórmula familiar del nombre, aun tratándose de personas que han entrado en la madurez de la vida.
crinolinas dieron al establecimiento buenas ganancias.Isabel Cordero, que había presentido el Canal del Lozoya, presintió también el miriñaque que los franceses llamaban Malakoff, invención absurda que parecía salida de un cerebro enfermo de tanto pensar en la dirección de los globos.
Cumplidos los quince años, era Barbarita una chica bonitísima, torneadita, fresca y sonrosada, de carácter jovial, inquieto y un tanto burlón.No había tenido novio aún, ni su madre se lo permitía.Diferentes moscones revoloteaban alrededor de ella, sin resultado.
Dígase lo que se quiera, hija, aquella educación no era buena.Hoy no se puede criar a los hijos de esa manera.Yo qué quieres que te diga, creo que en lo esencial Juanito no ha de faltarnos.Es de casta honrada, tiene la formalidad en la masa de la sangre.
tenía en más estima, y por esto no lo sacaba sino en ciertos días, era su colección de etiquetas, pedacitos de papel verde, recortados de los paquetes inservibles, y que tenían el famoso escudo inglés, con la jarretiera, el leopardo y el unicornio.
Afortunadamente para ellos, la casa tenía un crédito inmenso.La casa del gordo Arnaiz era relativamente moderna.Se había hecho pañero porque tuvo que quedarse con las existencias de Albert, para indemnizarse de un préstamo que le hiciera en 1843.
Resolviose la insigne señora a tener carácter y a vigilar a su hijo.Hízose fiscalizadora, reparona, entrometida, y unas veces con dulzura, otras con aspereza que le costaba trabajo fingir, tomaba razón de todos los actos del joven, tundiéndole a preguntas A dónde vas con ese cuerpo.
interrogándose y respondiéndose con toda lealtad, resultaba que no le quería absolutamente nada.Verdad que tampoco le aborrecía, y algo íbamos ganando.A los dos meses de casados, y después de una temporadilla en que Barbarita estuvo algo distraída, melancólica y como con ganas de llorar, alarmando mucho a su madre, empezaron a notarse en aquel matrimonio, en tan malas condiciones hecho, síntomas de idilio.
Sabía coger las disciplinas cuando era menester, y sabía ser indulgente a tiempo.Si no le pasó nunca por las mientes obligar a rezar el rosario a un chico que iba a la Universidad y entraba en la cátedra de Salmerón, en cambio no le dispensó del cumplimiento de los deberes religiosos más elementales.
Barbarita abría cada ojo como los de un ternero cuando su mamá, sentándola sobre el mostrador, le enseñaba abanicos sin dejárselos tocar y se embebecía contemplando aquellas figuras tan monas, que no le parecían personas, sino chinos, con las caras redondas y tersas como hojitas de rosa, todos ellos risueños y estúpidos, pero muy lindos, lo mismo que aquellas casas abiertas por todos lados y aquellos árboles que parecían matitas de albahaca.
retrato de Ayún, de cuerpo entero y tamaño natural, dibujado y pintado con dureza, pero con gran expresión.Mal conocido es en España el nombre de este peregrino artista, aunque sus obras han estado y están a la vista de todo el mundo, y nos son familiares como si fueran obra nuestra.
Muchas noches se acostaba con fiebre porque no le habían dejado satisfacer su anhelo de coger para sí aquellas monerías.Hubiérase contentado ella, en vista de prohibición tan absoluta, con aproximar la yema del dedo índice al pico de una de las torres pero ni aun esto.
Doña Asunción Trujillo, que falleció en 1841 en un día triste de Madrid, el día en que fusilaron al general León, salió de este mundo con el atrevido pensamiento de que para alcanzar la bienaventuranza no necesitaba alegar más título que el de autora de aquel cristiano casamiento.
Barbarita estaba loca con su hijo mas era tan discreta y delicada, que no se atrevía a elogiarle delante de sus amigas, sospechando que todas las demás señoras habían de tener celos de ella.Si esta pasión de madre daba a Barbarita inefables alegrías, también era causa de zozobras y cavilaciones.
Ayún, era como si enterrasen a alguno de la familia y aseguró que si su hermano se obstinaba en quitarlos, ella se los llevaría a su casa para ponerlos en el comedor, haciendo juego con los aparadores.Y en este desabridísimo noviazgo pasaron algunos meses, al cabo de los cuales Baldomero se soltó y despabiló algo.
Albert murió el 55, dejando una gran fortuna, que heredó su hija casada con el sucesor de Muñoz, el de la inmemorial ferretería de la calle de Tintoreros.En el reinado de D.Baldomero II, las prácticas y procedimientos comerciales se apartaron muy poco de la rutina heredada.
prenda, esta nacional obra de arte, tan nuestra como las panderetas o los toros, no es nuestra en realidad más que por el uso se la debemos a un artista nacido a la otra parte del mundo, a un tal Ayún, que consagró a nosotros su vida toda y sus talleres.
También se conservaban en la tienda los dos maniquís vestidos de mandarines.Se pensó en retirarlos, porque ya estaban los pobres un poco tronados pero Barbarita se opuso, porque dejar de verlos allí haciendo juego con la fisonomía lela y honrada del Sr.
línea recta de los Trujillos... Aunque Barbarita era desenfadada en el pensar, pronta en el responder, y sabía sacudirse una mosca que le molestase, en caso tan grave se quedó algo mortecina y tuvo vergüenza de decir a su mamá que no quería maldita cosa al chico de Santa Cruz.
nada...Aquel zagalote guapo y desabrido no sabía salir en su conversación de las rutinas más triviales.Su timidez era tan ceremoniosa como su levita de paño negro, de lo mejor de Sedán, y que parecía, usada por él, como un reclamo del buen género de la casa.
Barbarita presumiera, habría podido recortar muy bien los cincuenta y dos años plantándose en los treinta y ocho, sin que nadie le sacara la cuenta, porque la fisonomía y la expresión eran de juventud y gracia, iluminadas por una sonrisa que era la pura miel.
Pasaba por la honestidad misma, iba a misa todos los días que lo mandaba la Iglesia, rezaba el rosario con la familia, trabajaba diez horas diarias o más en el escritorio sin levantar cabeza, y no gastaba el dinero que le daban sus papás.A pesar de estas raras dotes, Barbarita, si alguna vez le encontraba en la calle o en la tienda de Arnaiz o en la casa, lo que acontecía muy pocas veces, le miraba con el mismo interés con que se puede mirar una saca de carbón o un fardo de tejidos.
Baldomero era juicioso, muy bien parecido, fornido y de buen color, cortísimo de genio, sosón como una calabaza, y de tan pocas palabras que se podían contar siempre que hablaba.Su timidez no decía bien con su corpulencia.Tenía un mirar leal y cariñoso, como el de un gran perro de aguas.
Todos los descendientes del extremeño aquel de los aparejos borricales se distinguían siempre por su costumbre de trazar una línea muy corta y muy recta entre la idea y el hecho.La idea era casar a Baldomerito con Barbarita.Muchas veces había visto la hija de Arnaiz al chico de Santa Cruz pero nunca le pasó por las mientes que sería su marido, porque el tal, no sólo no le había dicho nunca media palabra de amores, sino que ni siquiera la miraba como miran los que pretenden ser mirados.
sótano estaban, muertos de risa, varios fardos de cajas que aún no habían sido abiertos.Además de esto, las casas importadoras de Cádiz, Cuesta y Rubio, anunciaban dos remesas considerables que estaban ya en camino.No había más remedio que cargar con todo aquel exceso de género, lo que realmente era una contrariedad comercial en tiempos en que parecía iniciarse la generalización de los abrigos confeccionados, notándose además en la clase popular tendencias a vestirse como la clase media.
permitía era poner sobre el tablero de ajedrez que estaba en la vitrina de la ventana enrejada entonces no había escaparates, todas las piezas de un juego, no de los más finos, a un lado las blancas, a otro las encarnadas.Barbarita y su hermano Gumersindo, mayor que ella, eran los únicos hijos de D.
Creía que se podrían deshojar y también que tenían olor.Esto era verdad, porque despedían ese tufillo de los embalajes asiáticos, mezcla de sándalo y de resinas exóticas que nos trae a la mente los misterios budistas.Más adelante pudo la niña apreciar la belleza y variedad de los abanicos que había en la casa, y que eran una de las principales riquezas de ella.
concluir la clase, era de los que le cortan el paso al catedrático para consultarle un punto oscuro del texto o que les resuelva una duda.Con estas dudas declaran los tales su furibunda aplicación.Fuera de la Universidad, la fiebre de la ciencia le traía muy desasosegado.
Presentose en aquellos días al simpático joven la coyuntura de hacer su primer viaje a París, adonde iban Villalonga y Federico Ruiz comisionados por el Gobierno, el uno a comprar máquinas de agricultura, el otro a adquirir aparatos de astronomía.
esposos salían a paseo juntos todas las tardes.Jamás se ha visto a D.Baldomero II en un teatro sin tener al lado a su mujer.Cada día, cada mes y cada año, eran más tórtolos, y se querían y estimaban más.Muchos años después de casados, parecía que estaban en la luna de miel.
Quedábanse Castita y Eulalia atontadas con el aroma asiático, vacilando entre la admiración y la envidia pero al fin no tenían más remedio que humillar su soberbia ante el olorcillo aquel de la niña de Arnaiz, y le pedían por Dios que las dejase catarlo más.
Barbarita creía de buena fe que su hijo no leía ya porque había agotado el pozo de la ciencia.Tenía Juanito entonces veinticuatro años.Le conocí un día en casa de Federico Cimarra en un almuerzo que este dio a sus amigos.Se me ha olvidado la fecha exacta pero debió de ser esta hacia el 69, porque recuerdo que se habló mucho de Figuerola, de la capitación y del derribo de la torre de la iglesia de Santa Cruz.
domingos, mi mamá tenía que ponerme la corbata y encasquetarme el sombrero, porque todas las prendas del día de fiesta parecían querer escapárseme del cuerpo.Tú bien te acuerdas.Anda, que también te has reído de mí.Cuando mis padres me hablaron.
Dale, ya pareció aquello respondía don Baldomero Pues yo te probaré...Solía no probar nada, ni el otro tampoco, quedándose cada cual con su opinión pero con estas sabrosas peloteras pasaban el tiempo.También había entre estos dos respetables sujetos parentesco de afinidad, porque doña Bárbara, esposa de Santa Cruz, era prima del gordo, hija de Bonifacio Arnaiz, comerciante en pañolería de la China.
último decía pongamos que no se averigüe nunca. Y qué....El mundo tangible y gustable le seducía más que los incompletos conocimientos de vida que se vislumbran en el fugaz resplandor de las ideas sacadas a la fuerza, chispas obtenidas en nuestro cerebro por la percusión de la voluntad, que es lo que constituye el estudio.
sólo iba a clase puntualísimo y cargado de apuntes, sino que se ponía en la grada primera para mirar al profesor con cara de aprovechamiento, sin quitarle ojo, cual si fuera una novia, y aprobar con cabezadas la explicación, como diciendo yo también me sé eso y algo más.
también en pensar que maldito lo que le importaba que la conciencia fuera la intimidad total del ser racional consigo mismo, o bien otra cosa semejante, como quería probar, hinchándose de convicción airada, Joaquinito Pez.No tardó, pues, en aflojar la cuerda a la manía de las lecturas, hasta llegar a no leer absolutamente nada.
Cantero quien le acompañó a Gobernación para ver a González Bravo, y éste dio al punto la orden para que fuese puesto en libertad el revolucionario, el anarquista, el descamisado Juanito.Cuando el niño estudiaba los últimos años de su carrera, verificose en él uno de esos cambiazos críticos que tan comunes son en la edad juvenil.
días de gran venta, cuando había muchas señoras en la tienda y los dependientes desplegaban sobre el mostrador centenares de pañuelos, la lóbrega tienda semejaba un jardín.Barbarita creía que se podrían coger flores a puñados, hacer ramilletes o guirnaldas, llenar canastillas y adornarse el pelo.
sólo realizó contratos con las fábricas de Béjar y Alcoy para dar mejor salida a los productos nacionales, sino que introdujo los famosos Sedanes para levitas, y las telas que tanto se usaron del 45 al 55, aquellos patencures, anascotes, cúbicas y chinchillas que ilustran la gloriosa historia de la sastrería moderna.
Historia Natural, solía la maestra llamar en su auxilio al león del Retiro, y únicamente en la Química se quedaban los dos parados, mirándose el uno al otro, concluyendo ella por meterle en la memoria las fórmulas, después de observar que estas cosas no las entienden más que los boticarios, y que todo se reduce a si se pone más o menos cantidad de agua del pozo.
padrino del crío el gordo Arnaiz, quien dijo a Barbarita A mí no me la das tú.Aquí ha habido matute.Este ternero lo has traído de la Inclusa para engarnmos... Ah, estos proteccionistas no son más que contrabandistas disfrazados.Criáronle con regalo y exquisitos cuidados, pero sin mimo.
manifestar hasta dónde llegaba la sabiduría enciclopédica de doña Bárbara, estimulada por el amor materno, baste decir que también le traducía los temas de latín, aunque en su vida había ella sabido palotada de esta lengua.Verdad que era traducción libre, mejor dicho, liberal, casi demagógica.
Complemento de este negocio en blanco, fueron la damasquería gruesa, los cutíes para colchones y la mantelería de Courtray que vino a ser especialidad de la casa, como lo decía un rótulo añadido al letrero antiguo de la tienda.Las puntillas y encajería mecánica vinieron más tarde, siendo tan grandes los pedidos de Arnaiz, que una fábrica de Suiza trabajaba sólo para él.
todas ellas se leía Birmingham. Veis...este señor Bermingán es el que se cartea con mi papá todos los días, en inglés y son tan amigos, que siempre le está diciendo que vaya allá y hace poco le mandó, dentro de una caja de clavos, un jamón ahumado que olía como a chamusquina, y un pastelón así, mirad, del tamaño del brasero de doña Calixta, que tenía dentro muchas pasas chiquirrininas, y picaba como la guindilla pero mu rico, hijas, mu rico.
pantalón blanco de los soldados de hace cuarenta años ha sido origen de grandísimas riquezas.Los fardos de Coruñas y Viveros dieron a Casarredonda y al tal Albert más dinero que a los Santa Cruz y a los Bringas los capotes y levitas militares de Béjar, aunque en rigor de verdad estos comerciantes no tenían por qué quejarse.
facultades de Barbarita se desarrollaron asociadas a la contemplación de estas cosas, y entre las primeras conquistas de sus sentidos, ninguna tan segura como la impresión de aquellas flores bordadas con luminosos torzales, y tan frescas que parecía cuajarse en ellas el rocío.
tonos vivos las encanallan, porque el pueblo ama el rojo bermellón, el amarillo tila, el cadmio y el verde forraje y está tan arraigado en la plebe el sentimiento del color, que la seriedad no ha podido establecer su imperio sino transigiendo.El pueblo ha aceptado el oscuro de las capas, imponiendo el rojo de las vueltas ha consentido las capotas, conservando las mantillas y los pañuelos chillones para la cabeza ha transigido con los gabanes y aun con el polisón, a cambio de las toquillas de gama clara, en que domina el celeste, el rosa y el amarillo de Nápoles.
niña y otras del barrio, bien apañaditas por sus respectivas mamás, peinadas a estilo de maja, con peineta y flores en la cabeza, y sobre los hombros pañuelo de Manila de los que llaman de talle, se reunían en un portal de la calle de Postas para pedir el cuartito para la Cruz de Mayo, el 3 de dicho mes, repicando en una bandeja de plata, junto a una mesilla forrada de damasco rojo.