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Cordero, sin embargo, no se desanimaba.Su marido empezaba a atontarse ella a ver claro.Vio que las costumbres de Madrid se transformaban rápidamente, que esta orgullosa Corte iba a pasar en poco tiempo de la condición de aldeota indecente a la de capital civilizada.

Efectivamente, quedábanse las otras medio desvanecidas con el fuerte olor de agua de Colonia o de los siete ladrones, que el pañuelo tenía.Por un momento, la admiración las hacía enmudecer pero poco a poco íbanse reponiendo, y Eulalia, cuyo orgullo rara vez se daba por vencido, sacaba un tornillo dorado sin cabeza, o un pedazo de talco, con el cual decía que iba a hacer un espejo.

nueva trazáronla los vapores ingleses combinados con el ferrocarril de Suez.Ya en 1840 las casas que traían directamente el género de Cantón no podían competir con las que lo encargaban a Liverpool.Cualquier mercachifle de la calle de Postas se proveía de este artículo sin ir a tomarlo en los dos o tres depósitos que en Madrid había.

provecho sacó la casa fue del ramo de capotes y uniformes para el Ejército y la Milicia Nacional, no siendo tampoco despreciable el beneficio que obtuvo del artículo para capas, el abrigo propiamente español que resiste a todas las modas de vestir, como el garbanzo resiste a todas las modas de comer.

domingos, mi mamá tenía que ponerme la corbata y encasquetarme el sombrero, porque todas las prendas del día de fiesta parecían querer escapárseme del cuerpo.Tú bien te acuerdas.Anda, que también te has reído de mí.Cuando mis padres me hablaron.

quedó como quien ve visiones cuando su madre, cierto día de precepto, al volver de la iglesia de Santa Cruz, donde ambas confesaron y comulgaron, le propuso el casamiento con Baldomerito.Y no empleó para esto circunloquios ni diplomacias de palabra, sino que se fue al asunto con estilo llano y decidido.

sabía ella que allá hilaban muy fino en esto de explotar las debilidades humanas, y que Madrid era, comparado en esta materia con París de Francia, un lugar de abstinencia y mortificación.Tan triste se puso un día pensando en estas cosas y tan al vivo se le representaban la próxima perdición de su querido hijo y las redes en que inexperto caía, que salió de su casa resuelta a implorar la misericordia divina del modo más solemne, conforme a sus grandes medios de fortuna.

concluir la clase, era de los que le cortan el paso al catedrático para consultarle un punto oscuro del texto o que les resuelva una duda.Con estas dudas declaran los tales su furibunda aplicación.Fuera de la Universidad, la fiebre de la ciencia le traía muy desasosegado.

Villalonga y Santa Cruz lo pasaron peor, porque el primero recibió un sablazo en el hombro que le tuvo derrengado por espacio de dos meses largos, y el segundo fue cogido junto a la esquina del Teatro Real y llevado a la prevención en una cuerda de presos, compuesta de varios estudiantes decentes y algunos pilluelos de muy mal pelaje.

Difícil era borrar la grata impresión y el éxito del perfume.La ferretera, algo corrida, tenía que guardar los trebejos, después de oír comentarios verdaderamente injustos.La de la droguería hacía muchos ascos, diciendo Uy, cómo apesta eso, hija, guarda, guarda esas ordinarieces.

Dígase lo que se quiera, hija, aquella educación no era buena.Hoy no se puede criar a los hijos de esa manera.Yo qué quieres que te diga, creo que en lo esencial Juanito no ha de faltarnos.Es de casta honrada, tiene la formalidad en la masa de la sangre.

marido ha mirado siempre a su mujer como una criatura sagrada, y Barbarita ha visto siempre en su esposo el hombre más completo y digno de ser amado que en el mundo existe.Cómo se compenetraron ambos caracteres, cómo se formó la conjunción inaudita de aquellas dos almas, sería muy largo de contar.

También pensaba Barbarita, oyendo a su novio, que la procesión iba por dentro y que el pobre chico, a pesar de ser tan grandullón, no tenía alma para sacarla fuera. Me querrá se preguntaba la novia.Pronto hubo de sospechar que si Baldomerito no le hablaba de amor explícitamente, era por pura cortedad y por no saber cómo arrancarse pero que estaba enamorado hasta las gachas, reduciéndose a declararlo con delicadezas, complacencias y puntualidades muy expresivas.

Gumersindo e Isabel habían llegado un poco tarde, porque las novedades estaban en manos de mercaderes listos, que sabían ya el camino de París.Arnaiz fue también allá mas no era hombre de gusto y trajo unos adefesios que no tuvieron aceptación.

Doña Asunción Trujillo, que falleció en 1841 en un día triste de Madrid, el día en que fusilaron al general León, salió de este mundo con el atrevido pensamiento de que para alcanzar la bienaventuranza no necesitaba alegar más título que el de autora de aquel cristiano casamiento.

sociedad española empezaba a presumir de seria es decir, a vestirse lúgubremente, y el alegre imperio de los colorines se derrumbaba de un modo indudable.Como se habían ido las capas rojas, se fueron los pañuelos de Manila.La aristocracia los cedía con desdén a la clase media, y esta, que también quería ser aristócrata, entregábalos al pueblo, último y fiel adepto de los matices vivos.

Afortunadamente para ellos, la casa tenía un crédito inmenso.La casa del gordo Arnaiz era relativamente moderna.Se había hecho pañero porque tuvo que quedarse con las existencias de Albert, para indemnizarse de un préstamo que le hiciera en 1843.

Juanito Santa Cruz y Miquis llevaron un día una sartén no sé si a la clase de Novar o a la de Uribe, que explicaba Metafísica y frieron un par de huevos.Otras muchas tonterías de este jaez cuenta Villalonga, las cuales no copio por no alargar este relato.

apechuguemos con las novedades dijo Isabel a su marido, observando aquel furor de modas que le entraba a esta sociedad y el afán que todos los madrileños sentían de ser elegantes con seriedad.Era, por añadidura, la época en que la clase media entraba de lleno en el ejercicio de sus funciones, apandando todos los empleos creados por el nuevo sistema político y administrativo, comprando a plazos todas las fincas que habían sido de la Iglesia, constituyéndose en propietaria del suelo y en usufructuaria del presupuesto, absorbiendo en fin los despojos del absolutismo y del clero, y fundando el imperio de la levita.

había completado la hija de Arnaiz su educación que era harto sencilla en aquellos tiempos y consistía en leer sin acento, escribir sin ortografía, contar haciendo trompetitas con la boca, y bordar con punto de marca el dechado, cuando perdió a su padre.

Chicos habían abarcado también el comercio de lanillas, merinos, telas ligeras para vestidos de señora, pañolería, confecciones y otros artículos de uso femenino, y además abrieron tienda al por menor y al vareo, tuvieron que pasar por el inconveniente de las morosidades e insolvencias que tanto quebrantan al comercio.

dejaba concurrir a los bailes de Villahermosa o de candil, según las aficiones de cada uno.Pero en lo que no hubo variación fue en aquel piadoso atavismo de hacerles rezar el rosario todas las noches.Esto no pasó a la historia hasta la época reciente del traspaso a los Chicos.

Barbarita abría cada ojo como los de un ternero cuando su mamá, sentándola sobre el mostrador, le enseñaba abanicos sin dejárselos tocar y se embebecía contemplando aquellas figuras tan monas, que no le parecían personas, sino chinos, con las caras redondas y tersas como hojitas de rosa, todos ellos risueños y estúpidos, pero muy lindos, lo mismo que aquellas casas abiertas por todos lados y aquellos árboles que parecían matitas de albahaca.

Trabajaba exclusivamente en género extranjero pero cuando Santa Cruz hizo su traspaso a los Chicos, también Arnaiz se inclinaba a hacer lo mismo, porque estaba ya muy rico, muy obeso, bastante viejo y no quería trabajar.Daba y tomaba letras sobre Londres y representaba a dos Compañías de seguros.

prenda, esta nacional obra de arte, tan nuestra como las panderetas o los toros, no es nuestra en realidad más que por el uso se la debemos a un artista nacido a la otra parte del mundo, a un tal Ayún, que consagró a nosotros su vida toda y sus talleres.

noticias más remotas que tengo de la persona que lleva este nombre me las ha dado Jacinto María Villalonga, y alcanzan al tiempo en que este amigo mío y el otro y el de más allá, Zalamero, Joaquinito Pez, Alejandro Miquis, iban a las aulas de la Universidad.

Barbarita creía de buena fe que su hijo no leía ya porque había agotado el pozo de la ciencia.Tenía Juanito entonces veinticuatro años.Le conocí un día en casa de Federico Cimarra en un almuerzo que este dio a sus amigos.Se me ha olvidado la fecha exacta pero debió de ser esta hacia el 69, porque recuerdo que se habló mucho de Figuerola, de la capitación y del derribo de la torre de la iglesia de Santa Cruz.

Presentose en aquellos días al simpático joven la coyuntura de hacer su primer viaje a París, adonde iban Villalonga y Federico Ruiz comisionados por el Gobierno, el uno a comprar máquinas de agricultura, el otro a adquirir aparatos de astronomía.

interrogándose y respondiéndose con toda lealtad, resultaba que no le quería absolutamente nada.Verdad que tampoco le aborrecía, y algo íbamos ganando.A los dos meses de casados, y después de una temporadilla en que Barbarita estuvo algo distraída, melancólica y como con ganas de llorar, alarmando mucho a su madre, empezaron a notarse en aquel matrimonio, en tan malas condiciones hecho, síntomas de idilio.

Pues si hubiera querido presumir con malicia, digo..., a no ser lo que era, una matrona respetabilísima con toda la sal de Dios en su corazón, habría visto acudir los hombres como acuden las moscas a una de esas frutas que, por lo muy maduras, principian a arrugarse, y les chorrea por la corteza todo el azúcar.

esposa pareciome, para decirlo de una vez, una mujer guapísima, casi estoy por decir monísima.Su cara tenía la frescura de las rosas cogidas, pero no ajadas todavía, y no usaba más afeite que el agua clara.Conservaba una dentadura ideal y un cuerpo que, aun sin corsé, daba quince y raya a muchas fantasmonas exprimidas que andan por ahí.

Resolviose la insigne señora a tener carácter y a vigilar a su hijo.Hízose fiscalizadora, reparona, entrometida, y unas veces con dulzura, otras con aspereza que le costaba trabajo fingir, tomaba razón de todos los actos del joven, tundiéndole a preguntas A dónde vas con ese cuerpo.

tenía lo bastante para no aburrirse.Era hombre que cuando se ponía a toser hacía temblar el edificio donde estaba excelente persona, librecambista rabioso, anglómano y solterón.Entre las casas de Santa Cruz y Arnaiz no hubo nunca rivalidades antes bien, se ayudaban cuanto podían.

invento yo lo canta una escritura de juros que tengo en mi casa.Por eso le he dicho ayer a nuestro pariente Ramón Trujillo...ya sabéis que me le han hecho conde...le he dicho que adopte por escudo un frontil y una jáquima con un letrero que diga Pertenecí a Babieca.

guardaría el recurso gordo para los casos graves de enfermedad o peligro de muerte.Pero en lo de las misas sí que no se volvió atrás, y encargó la mar de ellas, repartiendo además aquella semana más limosnas que de costumbre.Cuando comunicaba sus temores a D.

sublime es el más discreto, y las bocas más elocuentes aquellas en que no puede entrar ni una mosca.Mas no se tranquilizaba la joven razonando así, y el sobresalto y la incertidumbre no la dejaban vivir. Si también le estaré yo queriendo sin saberlo pensaba.

padrino del crío el gordo Arnaiz, quien dijo a Barbarita A mí no me la das tú.Aquí ha habido matute.Este ternero lo has traído de la Inclusa para engarnmos... Ah, estos proteccionistas no son más que contrabandistas disfrazados.Criáronle con regalo y exquisitos cuidados, pero sin mimo.

Ponía una de cal y otra de arena, mezclando las contestaciones categóricas con los mimos y las zalamerías.Bien sabía cuál era el flanco débil del enemigo.Pero Barbarita, mujer de tanto espíritu como corazón, se las tenía muy tiesas y sabía defenderse.

Barbarita estaba loca con su hijo mas era tan discreta y delicada, que no se atrevía a elogiarle delante de sus amigas, sospechando que todas las demás señoras habían de tener celos de ella.Si esta pasión de madre daba a Barbarita inefables alegrías, también era causa de zozobras y cavilaciones.

Perdió bruscamente la afición a aquellas furiosas broncas oratorias por un más o un menos en cualquier punto de Filosofía o de Historia empezó a creer ridículos los sofocones que se había tomado por probar que en las civilizaciones de Oriente el poder de las castas sacerdotales era un poquito más ilimitado que el de los reyes, contra la opinión de Gustavito Tellería, el cual sostenía, dando puñetazos sobre la mesa, que lo era un poquitín menos.

esposos salían a paseo juntos todas las tardes.Jamás se ha visto a D.Baldomero II en un teatro sin tener al lado a su mujer.Cada día, cada mes y cada año, eran más tórtolos, y se querían y estimaban más.Muchos años después de casados, parecía que estaban en la luna de miel.

facultades de Barbarita se desarrollaron asociadas a la contemplación de estas cosas, y entre las primeras conquistas de sus sentidos, ninguna tan segura como la impresión de aquellas flores bordadas con luminosos torzales, y tan frescas que parecía cuajarse en ellas el rocío.

Teníanle trabajando en el escritorio o en el almacén desde las nueve de la mañana a las ocho de la noche, y había de servir para todo, lo mismo para mover un fardo que para escribir cartas.Al anochecer, solía su padre echarle los tiempos por encender el velón de cuatro mecheros antes de que las tinieblas fueran completamente dueñas del local.

Todavía no era moda ir a buscarlos al África, y los venían a buscar aquí, cambiando cuentas de vidrio por pepitas de oro es decir, lanillas, cretonas y merinos, por dinero contante o por obras de arte.Otros mensajeros saqueaban nuestras iglesias y nuestros palacios, llevándose los brocados históricos de casullas y frontales, el tisú y los terciopelos con bordados y aplicaciones, y otras muestras riquísimas de la industria española.

Creía que se podrían deshojar y también que tenían olor.Esto era verdad, porque despedían ese tufillo de los embalajes asiáticos, mezcla de sándalo y de resinas exóticas que nos trae a la mente los misterios budistas.Más adelante pudo la niña apreciar la belleza y variedad de los abanicos que había en la casa, y que eran una de las principales riquezas de ella.