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pañolería y artículos asiáticos, sólo quedaban en la casa por los años del 50 al 60 tradiciones religiosamente conservadas.Aún había alguna torrecilla de marfil, y buena porción de mantones ricos de alto precio en cajas primorosas.Era quizás Gumersindo la persona que en Madrid tenía más arte para doblarlos, porque ha de saberse que doblar un crespón era tarea tan difícil como hinchar un perro.
mamá tenía sus proyectos, y empezaba a tirar acertadas líneas para realizarlos.Las familias de Santa Cruz y Arnaiz se trataban con amistad casi íntima, y además tenían vínculos de parentesco con los Trujillos.La mujer de don Baldomero I y la del difunto Arnaiz eran primas segundas, floridas ramas de aquel nudoso tronco, de aquel albardero de la calle de Toledo, cuya historia sabía tan bien el gordo Arnaiz.
algunas ocasiones era tan fuerte la acometida de cariñitos, que la mamá estaba a punto de rendirse, fatigada de su entereza disciplinaria.Pero, quia, no se rendía y vuelta al ajuste de cuentas, y al inquirir, y al tomar acta de todos los pasos que el predilecto daba por entre los peligros sociales.
sombrero de copa da mucha respetabilidad a la fisonomía, y raro es el hombre que no se cree importante sólo con llevar sobre la cabeza un cañón de chimenea.Las señoras no se tienen por tales si no van vestidas de color de hollín, ceniza, rapé, verde botella o pasa de corinto.
muchos casos como yo, bien lo sabes ni de estos tipos que jamás, ni antes ni después de casados, tuvieron trapicheos, entran muchos en libra.Cada cual en su época.Juanito, en la suya, no puede ser mejor de lo que es, y si te empeñas en hacer de él un anacronismo o una rareza, un non como su padre, puede que lo eches a perder.
pensar que los árboles eran el té nada menos, estas hojuelas retorcidas, cuyo zumo se toma para el dolor de barriga... Ocuparon más adelante el primer lugar en el tierno corazón de la hija de D.Bonifacio Arnaiz y en sus sueños inocentes, otras preciosidades que la mamá solía mostrarle de vez en cuando, previa amonestación de no tocarlos objetos labrados en marfil y que debían de ser los juguetes con que los ángeles se divertían en el Cielo.
progreso en los entretenimientos de la niñez Cuando uno piensa que aquellos mismos nenes, si hubieran vivido en edades remotas, se habrían pasado el tiempo mamándose el dedo, o haciendo y diciendo toda suerte de boberías... Todos los dineros que su papá le daba, dejábalos Juanito en casa de Bailly-Baillière, a cuenta de los libros que iba tomando.
detallistas no necesitaban que se les llamase a son de cencerro ni que se les embaucara con artes charlatánicas.Demasiado sabían todos el camino de la casa, y las metódicas y honradas costumbres de esta, la fijeza de los precios, los descuentos que se hacían por pronto pago, los plazos que se daban, y todo lo demás concerniente a la buena inteligencia entre vendedor y parroquiano.
cursaban todos el mismo año, y aunque se reunían en la cátedra de Camús, separábanse en la de Derecho Romano el chico de Santa Cruz era discípulo de Novar, y Villalonga de Coronado.Ni tenían todos el mismo grado de aplicación Zalamero, juicioso y circunspecto como pocos, era de los que se ponen en la primera fila de bancos, mirando con faz complacida al profesor mientras explica, y haciendo con la cabeza discretas señales de asentimiento a todo lo que dice.
Barbarita no gustaba de prodigar su tesoro, y apenas acercaba el papel a las respingadas narices de las otras, lo volvía a retirar con movimiento de cautela y avaricia, temiendo que la fragancia se marchara por los respiraderos de sus amigas, como se escapa el humo por el cañón de una chimenea.
Baldomero II, que así es forzoso llamarle para distinguirle del fundador de la dinastía, heredó en 1848 el copioso almacén, el sólido crédito y la respetabilísima firma de D.Baldomero I, y continuando las tradiciones de la casa por espacio de veinte años más, retirose de los negocios con un capital sano y limpio de quince millones de reales, después de traspasar la casa a dos muchachos que servían en ella, el uno pariente suyo y el otro de su mujer.
tarde o temprano había de venir...era cuestión de paciencia.Y el muy pillo puso a prueba la de sus padres, porque se entretuvo diez años por allá, haciéndoles rabiar.No se dejaba ver de Barbarita más que en sueños, en diferentes aspectos infantiles, ya comiéndose los puños cerrados, la cara dentro de un gorro con muchos encajes, ya talludito, con su escopetilla al hombro y mucha picardía en los ojos.
Pedro Mata opinaba del propio modo, aplicando a la sociedad y a la política el sistema de la medicina expectante.La naturaleza se cura sola no hay más que dejarla.Las fuerzas reparatrices lo hacen todo, ayudadas del aire.El hombre se educa sólo en virtud de las suscepciones constantes que determina en su espíritu la conciencia, ayudada del ambiente social.
gordo y D.Baldomero tratáronse siempre como hermanos en la vida social y como compañeros queridísimos en la comercial, salvo alguna discusión demasiado agria sobre temas arancelarios, porque Arnaiz había hecho la gracia de leer a Bastiat y concurría a los meetings de la Bolsa, no precisamente para oír y callar, sino para echar discursos que casi siempre acababan en sofocante tos.
D.Baldomero le pareció muy bien el viaje del chico, para que viese mundo y Barbarita no se opuso, aunque le mortificaba mucho la idea de que su hijo correría en la capital de Francia temporales más recios que los de Madrid.A la pena de no verle uníase el temor de que le sorbieran aquellos gabachos y gabachas, tan diestros en desplumar al forastero y en maleficiar a los jóvenes más juiciosos.
conocí en 1870.D.Baldomero tenía ya sesenta años, Barbarita cincuenta y dos.Él era un señor de muy buena presencia, el pelo entrecano, todo afeitado, colorado, fresco, más joven que muchos hombres de cuarenta, con toda la dentadura completa y sana, ágil y bien dispuesto, sereno y festivo, la mirada dulce, siempre la mirada aquella de perrazo de Terranova.
Trinaba contra todo arancel que no significara un simple recurso fiscal, mientras que D.Baldomero, que en todo era templado, pretendía que se conciliasen los intereses del comercio con los de la industria española. Si esos catalanes no fabrican más que adefesios decía Arnaiz entre tos y tos, y reparten dividendos de sesenta por ciento a los accionistas.
Baldomero, este se echaba a reír y le decía El chico es de buena índole.Déjale que se divierta y que la corra.Los jóvenes del día necesitan despabilarse y ver mucho mundo.No son estos tiempos como los míos, en que no la corría ningún chico del comercio, y nos tenían a todos metidos en un puño hasta que nos casaban.
Bonifacio las primeras muestras del estilo de Senquá y chiflarse por completo, fue todo uno. Barástolis, esto es la gloria divina decía es mucho chino este....Y de tal entusiasmo nacieron pedidos imprudentes y el grave error mercantil, cuyas consecuencias no pudo apreciar aquel excelente hombre, porque le cogió la muerte.
prenda hermosa se va desterrando, y sólo el pueblo la conserva con admirable instinto.Lo saca de las arcas en las grandes épocas de la vida, en los bautizos y en las bodas, como se da al viento un himno de alegría en el cual hay una estrofa para la patria.
desellando poquito a poco hasta que rompió, como un erizo de castaña que madura y se abre, dejando ver el sazonado fruto.Palabra tras palabra, fue soltando las castañas, aquellas ideas elaboradas y guardadas con religiosa maternidad, como esconde Naturaleza sus obras en gestación.
creas, no creas que por esto son peores.Y si me apuras, te diré que conviene que los chicos no sean tan encogidos como los de entonces.Me acuerdo de cuando yo era pollo. Dios mío, qué soso era Ya tenía veinticinco años, y no sabía decir a una mujer o señora sino que usted lo pase bien, y de ahí no me sacaba nadie.
tonos vivos las encanallan, porque el pueblo ama el rojo bermellón, el amarillo tila, el cadmio y el verde forraje y está tan arraigado en la plebe el sentimiento del color, que la seriedad no ha podido establecer su imperio sino transigiendo.El pueblo ha aceptado el oscuro de las capas, imponiendo el rojo de las vueltas ha consentido las capotas, conservando las mantillas y los pañuelos chillones para la cabeza ha transigido con los gabanes y aun con el polisón, a cambio de las toquillas de gama clara, en que domina el celeste, el rosa y el amarillo de Nápoles.
Indudablemente el difunto Arnaiz no había visto claro al hacer tantos pedidos se cegó, deslumbrado por cierta alucinación mercantil tal vez sintió demasiado el amor al artículo y fue más artista que comerciante.Había sido dependiente y socio de la Compañía de Filipinas, liquidada en 1833, y al emprender por sí el negocio de pañolería de Cantón, creía conocerlo mejor que nadie.
Baldomero era juicioso, muy bien parecido, fornido y de buen color, cortísimo de genio, sosón como una calabaza, y de tan pocas palabras que se podían contar siempre que hablaba.Su timidez no decía bien con su corpulencia.Tenía un mirar leal y cariñoso, como el de un gran perro de aguas.